Odio esos posts que anuncian "Duopixel regresa", tengo como tres de ellos en mis archivos. No se anuncia algo, se hace. Sin embargo, luego de 10 años sin escribir, tengo al menos que dar un preludio. Esto es lo que me ha salido.

Vine a Barcelona a trabajar. Me incorporo como diseñador de producto a Factorial por invitación de mi amigo y cómplice creativo René Galindo. Llevo una semana aquí. Ha sido interesante.

Siempre que cambio de aires me llega una comezón de escribir. Necesito escribir para procesar las experiencias nuevas. Le hablaría a mi madre para contarle, pero la semana ha sido puro trabajo y diseño, y mi madre se cansaría de escucharme. Mejor canso al lector de este weblog.

Ya sabía que me llegaría esta comezón, y aunque el blog seguía en línea, ya no tenía un gestor de contenido por detrás. Era todo estático. Quería importar todo lo antiguo, en parte por honrar mi carrera, seguir el hilo de mi trayectoria profesional, porque los últimos años la he tenido un tanto olvidada. Quería escribir en español castellano porque últimamente pienso que debes de localizarte lo más posible. Chinguen su madre que se jodan los nacionalismos, yo voy a ser de la tierra en la que vivo. "Ajá, y porqué no escribes en catalán", me preguntarán, con toda justificación. Al amable lector le informo: ya estoy trabajando en ello:

El cuaderno gris, de Josep Pla

Pensé que podría importar todas mis entradas antiguas en el vuelo entre la Ciudad de México y Barcelona. Pagué internet a bordo, pero las horas del vuelo me resultaron insuficientes, lo terminaría después.

Al llegar a Barcelona pensé "tengo que tener poner atención al entorno para encontrar temas de diseño acerca de los cuales escribir". Apenas había pasado el control migratorio después de sudar la gota gorda (ya vendrá en otra entrada), cuando me disponía a tomar el metro desde el aeropuerto.

En las larguísimas escaleras mecánicas que bajan al metro, una señora soltó su maleta de carcasa dura, la maleta cayó de frente y se comenzó a deslizar, ganando velocidad conforme bajaba. A tres cuartas partes de las escaleras, un señor bajaba con su maleta a lado. Tardó un poco en voltear a ver la maleta que venía deslizándose. Para su suerte no estaba en el paso, pero su propia maleta sí, y al pegarse la una con la otra salieron volando hasta el final de la escalera.

Pudo haber sido un accidente grave. Hubiera sido algo parecido a esto.

Me llevó a pensar: ¿había alguna manera de evitarlo? Había un ascensor. Sin embargo, tanto la señora como yo evitamos el ascensor, aún con maletas. Es más, después de un vuelo de doce horas y siendo las 5am en mi horario de origen, bien hubiese podido ser yo el descuidado que soltó la maleta.

Podríamos poner un mensaje, pero estamos en un aeropuerto en donde se hablan todos los idiomas del mundo, o podríamos diseñar un pictograma para indicar que no debes pasar maletas a las escaleras mecánicas pero... ¿realmente haríamos caso? ¿Pondríamos a un vigilante que se asegurara que nadie bajara por las escaleras mecánicas con maletas? En estos tiempos, imposible.

Así que me puse a pensar en alternativas arquitectónicas que lo evitaran. Quizás unos postes bajos para que las maletas tuvieran problemas para pasar, acompañados de un señalamiento... Uy pero me acuerdo de aquella vez que me tropecé con un poste bajo, ahora imagina que te caes y bajas rodando por las escaleras, por evitar un accidente ocasionas otro.

Quizás algo en el diseño de las escaleras que pudiera evitar el deslizamiento de las maletas... pero inevitablemente tendrían topes con los que te puedes tropezar... Ufff, es un problema imposible de resolver! ¿O es que he perdido la fé en el diseño? ¿O es que soy más realista respecto a la condición humana? ¡Honestamente no lo sé! Pero pensar en el problema es interesante.

¿A tí se te ocurre alguna idea?

En lo que vuelvo a habilitar los comentarios, puedes escribirme a mark@duopixel.com.