No sé cuantas veces he escuchado decir a mis maestros -y a otros diseñadores de mayor edad que la mía- que la computadora vino a hacer un desastre en el diseño. Ahora podemos aplicar filtros por doquier, cuando en sus tiempos aplicarlos requería de conocimientos profundos de fotografía, y además se hacía con cuidado y sólo cuando la foto lo ameritaba. Lo mismo sucede con la tipografía: tenemos miles de familias tipográficas al alcance de un simple menú, lo cual ha resultado en un popurrí indiscriminado de tipografía para el documento más sencillo.
Y estoy completamente de acuerdo con ellos, excepto en una sola cosa.
Gran parte de los maestros que tuve me enseñaron a ver el texto como una mancha tipográfica. La composición, el ancho de las columnas, y (afortunadamente) la legibilidad eran supremos. El contenido no importaba, podía ser el buen lorem ipsum o un texto cualquiera copiado de internet. Y no los culpo, pues en sus tiempos realmente no había manera de tomar en cuenta el contenido. Ellos fueron entrenados recortando columnas de revistas y pegando penosamente letraset para los títulos.
Lo que la generación pasada de diseñadores no se ha dado cuenta (y discúlpenme si sueno pretencioso), es que en este momento los diseñadores estamos en una posición privilegiada: hoy se publican cantidades obscenas de información, ya sea digital o impresa. Una buena parte de esta información pasa por los ojos de un diseñador, ¿y este qué hace? La vacía tal y como va a inDesign, QuarkXpress, Dreamweaver, Illustrator, o el programa que sea de su agrado. Ni siquiera lo lee. No le importa, aunque (como siempre) hay algunas excepciones. Fuimos educados a la vieja usanza.
La computadora ofrece la posibilidad de observar el contenido en tiempo real, WYSIWYG (what you see is what you get), algo que nuestros maestros no tuvieron. A eso le atribuyo su indiferencia al contenido.
¿Qué deberá hacer el diseñador entonces?
- Antes que nada, leer el texto. No sé cuantas veces he leído un libro, y regreso a la portada y pienso "Qué carajos estaba haciendo el diseñador?". Es evidente cuando el diseñador sólo leyó el título.
- Corregir los detalles tipográficos: no todos los autores poseen un título en periodismo o en literatura. Cuando diseñas algo impreso (revista, periódico o libro) generalmente hay un editor que asiste en esta tarea. Cuando el cliente llega a pedir una página de internet por lo general el trato es directo, o con algún departamento que no tiene editor (marketing o IT).
- Analizar el contenido. Esta es la idea central de este post, lee y comprende. Se supone que los diseñadores somos especialistas en cuestiones visuales, pues adelante! Analiza qué cosas serían más fáciles de entender visualmente: una tabla para comparar y contrastar, una infografía para ejemplificar un suceso, una foto o ilustración del tema.
- Entrénate. Lee y redacta. No le tengas miedo a escribir, un weblog es un buen comienzo. El texto es nuestra materia prima y hay que conocerla. "¡Pero ya tengo a un editor que se encarga de eso!" - no importa, el diseñador es el último eslabón entre el emisor y el receptor, y nunca está demás un filtro que pueda corregir errores ortográficos, tipográficos o gramaticales antes de que se publique la información.
Los dejo con una tabla sacada de este estudio del Journal of Electronic Publishing , que afirma que la cantidad de información producida anualmente en el mundo es de dos exabytes , o 250 MB por cada persona en el mundo. Una cifra asombrosa si nos ponemos a pensar tantito. Sólo una fracción se pone a disposición del público general, y se muestra en esta tabla.