Todos lo hemos hecho alguna vez: nos dejan redactar un trabajo, escribimos lo que tenemos que escribir, y quedamos con la mitad de las páginas que pidió el profesor. Aumentamos el interlineado, usamos una fuente más amplia, incrementamos un poquito el tamaño de la letra --y mi favorito-- aumentamos los márgenes para que a la caja de texto le entren menos palabras.
Si después de esto todavía no alcanzamos el requerimiento mínimo, recurrimos a un pecado capital de la redacción: la verborrea (mejor conocido como choro en México).
La redundancia
En su forma más básica, la verborrea sólo implica ser redundante: dices lo mismo una y otra vez, sólo que con diferentes palabras. A veces el significado puede cambiar ligeramente, pero a final de cuentas lo que se está diciendo es lo mismo. Esta acumulación de enunciados --uno tras otro y que significan cosas parecidas-- , generan una duplicidad de ideas que no aportan nuevo al enunciado anterior, y al no aportar nada se vuelven supérfluas: ya no tienen una razón de existir.
¿Lo notaron? Aquí es donde debí de cortar:
En su forma más básica, la verborrea sólo implica ser redundante: dices lo mismo una y otra vez, sólo que con diferentes palabras. A veces el significado puede cambiar ligeramente, pero a final de cuentas lo que se está diciendo es lo mismo. Esta acumulación de enunciados --uno tras otro y que significan cosas parecidas-- , generan una duplicidad de ideas que no aportan nuevo al enunciado anterior, y al no aportar nada se vuelven supérfluas: ya no tienen una razón de existir.
Remontarse a periodos irrelevantes
Para explicar cómo la gente se remonta a periodos irrelevantes cuando escribe, es necesario analizar los inicios de la escritura. Las pruebas más antiguas del lenguaje escrito datan del 3000 AC, en unas tablas que usaban los sumerios para registrar la recaudación de impuestos. Estas se inscribían con palos afilados sobre tablas de barro fresco, y eventualmente el lenguaje escrito se fue haciendo más sofisticado hasta llegar a los egipcios, quienes pintaban jeroglifos sobre papiro, un material procesado de los juncos del Río Nilo.
Si necesitas proporcionar un contexto histórico, hazlo breve, interesante y relevante. No hay nada que grite verborrea más fuerte que los inicios de cualquier cosa: si vas a hablar de internet no necesitas hablar de Arpanet, y si vas a hablar sobre diseño, tampoco tienes que hacer referencia a la Bauhaus.
El exceso de formalidades
"El presente trabajo, expuesto para evaluación parcial de la clase 'Plastilina II', impartida por el Doctor Juan Pérez, profesor de tiempo parcial del Departamento de Diseño Artesanal de La Mejor Universidad del Mundo, tratará acerca de..."
Nadie debería escribir como abogado. Lo único que leemos es "bla bla bla bla" y tratamos de encontrar la parte importante. Si quieres mostrarle respeto a tu lector, no lo hagas con formalidades. Lo que estás haciendo es insultar su inteligencia al quererle hacer creer que tus palabras son palabras de respeto cuando en realidad es choro barato.
Parientes de la verborrea
Las palabras domingueras: cualquier palabra que uses para parecer intelectual. De hecho iba a escribir "cualquier palabra que uses para demostrar tu hiperlexia", pero hiperlexia es palabra dominguera. Verborrea también es palabra dominguera, tache para mi.
Cantinflear: hablar mucho y decir nada. Es diferente a la verborrea porque dejas de ser redundante para ser absurdo. Un ejemplo del mismo Cantinflas:
Democracia, mire usted, según la lengua española traducida al castellano, quiere decir demo, como quien dice dimo y dimo con qué nos quedamos. Y cracia, que viene a ser igual, porque no es lo mismo "Don Próculo se va a las democracias", que "demos cracias que se va Don Próculo".
El lenguaje de marketing: por alguna razón todos los anunciantes piensan que su producto es lo más grande, rápido, barato, divertido, y cool que se haya inventado. Lo que no entienden es que los consumidores ya casi nacemos con un filtro de publicidad. Guárdate tu choro y pásame las especificaciones técnicas.
Las repercusiones de la cultura de la verborrea
Bien, pues por fin metiste todo el rollo que necesitabas para lograr la extensión requerida por tu profesor. Él le echa una ojeada, lee dos o tres párrafos, cuenta las hojas, hasta nota que hiciste unas páginas demás y te pone diez. Y cuando sales al mundo real y tienes que redactar un memorandum, una página de internet, o tu curriculum y estás completamente viciado por esos veinte años de entrenamiento en generar enunciados huecos.
Lo que deberíamos aprender es precisamente lo contrario: saber quitar lo innecesario. Al igual que todos los seres humanos, el texto engorda más fácil de lo que enflaca. Blaise Pascal alguna vez escribió en su correspondencia:
La presente carta es muy extensa, simplemente porque no tuve el tiempo para hacerla más corta.
Espero no haber sido demasiado verborreico con esta anotación.